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Comunicarnos y compartir información es nuestro nuevo foco de entretenimiento y nuestra nueva manera de interactuar, incluso en los negocios. Es raro encontrar a grandes empresas que no hayan experimentado aún el ingreso a las redes sociales o que un CEO no tenga un perfil personal.
Las redes sociales no son una moda pasajera y eso lo saben estas grandes compañías. Su efecto se puede percibir en muchas áreas de negocio y restarle importancia a su potencial, traerá grandes desventajas. Se ha creado prácticamente un nuevo diálogo en 140 caracteres o menos entre las empresas y los clientes.
La forma en que los anunciantes se presentan a sus públicos se ha modificado. Los afectados por un mal servicio lo comunican en tiempo real a cientos o miles de personas. Se trata de un diálogo mucho más abierto y democrático entre proveedores y clientes que nunca se había experimentado antes, y más importante aún, de una manera transparente.
Por tal motivo, las estrategias de gestión deben ser mucho más cuidadosas. Con el incremento de interacciones, el potencial de riesgo para quien comunique mal o se relacione mal se ha exponenciado.
Existen tres reglas básicas a seguir para toda la empresa o institución que decida emprender la aventura de subirse a una red social: La primera es visualizar las acciones de la competencia; segunda, conocer al segmento y a su público objetivo y tercera, contar con una buena oferta mercadológica.
El tercer punto merece más explicación: es indispensable contar con mensajes atractivos, productos y servicios actualizados, ofertas y promociones reales e instantáneas para no perder actualidad, pues un día es suficiente para que el prosumer se aburra de estas ofertas.
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